La plaza Miranda de Cumaná se construyó en el mismo centro de lo que es hoy la actual plaza Miranda, la misma fue donada por el Señor Andrés Himiob, de origen alemán, paisano de Humboldt. Himiob fue un emprendedor que ocupó muchas posiciones en la vida de la Primogénita.

En un inicio la plaza estaba construida de hierro fundido, luciendo unos grandes y torneados barandales colocados encima de una base de concreto, que rodeaban una pequeña estatuilla de un niño que descansaba sobre unos animales, algunos dicen que peces otros que delfines y estos lanzaban chorros de agua y que posteriormente caían en una gran copa de pedestal que le servía de colector de aguas y en donde estaba asentado el niño y los animales. Las aguas al rebozar la copa caían en otra gran pileta que estaba en la parte inferior de la fuente.

Sus alrededores estaban bellamente adornados con 10 faroles para su iluminación, los cuales recuerda Ramón Madriz, que los mismos eran encendidos por los hombre de la municipalidad encargándose de esta tarea personalmente el señor Geroncio Martínez, quien con la ayuda de una escalera encendía las mechas de los faroles de kerosén ubicadas en las partes más alta. De igual manera encendía las farolas del parque Ayacucho, la plaza Bolívar y la iglesia de Santa Inés. Esta Plaza fue desmantelada y trasladada a la actual plaza Badaraco de Cumaná y en unas festividades de San Francisco, los muchachos estaban jugando con cuerdas y bambalinas que rodearon el cuello de la pequeña figurilla y le desprendieron la cabeza en su caída.

La plaza se volvió a desarmar y fue enviada a la ciudad de Carúpano, bajo el reclamo y la molestia de cierto cumaneses, quienes decían que como la plaza era una donación de un particular, la misma debía quedar en Cumaná, pero no se le hizo caso a tal reclamo.